

Romain —fotógrafo top, joven, arrogante, homosexual, acostumbrado a una vida de glamour y superficies— tiene cáncer. Lo descubre en la consulta de un doctor que le explica que con el adecuado tratamiento podría combatir el mal. Pero su orgullo y pretensión son más fuertes y rechaza la terapia. El especialista le da solamente un par de meses para vivir.Con este pronóstico, Romain enfrenta sus últimos días y, al igual que la Sarah Polley de “Mi vida sin mí”, decide no contarle a nadie que está enfermo…excepto a su abuela, una mujer comprensiva en el otoño de su existencia. A diferencia de la película de la Coixet, en la que la protagonista sale a la conquista del mundo cuando ya es muy tarde, aquí el autodestructivo moribundo opta por aislarse por completo. El suicidio social viene precedido por enemistades con su familia, una violenta ruptura con su novio y una búsqueda carnal que Ozon ambienta en un club gay. Pero pese a la oscuridad, en el filme se filtran ciertos rayos de luz. Y aunque el cuerpo de Romain se va deteriorando progresivamente, el joven encuentra algo de redención en el buceo por la memoria, la comprensión de sí mismo y en los últimos registros fotográficos de un mundo que pronto abandonará.
Conmovedora aunque sutil, no cae en el tipico dramón de la lagrima fácil, mas bien nos muestra una introspección del personaje principal hacia su propio mundo sin que esto signifique saldar cuentas antes de morir sino todo lo contrario separarse de lo que no le hace bien y vivir cada minuto que le queda consigo mismo, suena egoista, pero lo interesante es que se sale del estereotipo común y corriente del ser humano.
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Director : Francois Ozon
Protagonista : Melvin Poupaud - Jeanne Moreau
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